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Resistencia masiva en Myanmar (y otros lugares): una mirada retrospectiva a febrero

Bandana Pattanaik

Febrero comenzó con la inquietante noticia de que las fuerzas armadas de Myanmar tomaron el poder y declararon el estado de emergencia por un año. El último día del mes fue el más angustiante hasta el momento. Al menos 18 personas fueron asesinadas y más de 30 fueron heridas cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego. Reportes de muertes llegaron desde muchas ciudades en todo el país.

Un mes después del golpe hemos visto mucho de lo que era predecible: una Declaración del Consejo de Seguridad de la ONU, imposición de sanciones económicas de parte de los Estados Unidos de América, firme negativa de China de que estaba respaldando el golpe y agitación en ASEAN con respecto a una medida de acción. Durante el accionar de los militares, la retórica de los países occidentales y la inacción de ASEAN vienen de sus viejos manuales, lo que es nuevo es la masiva protesta dentro de Myanmar.

Millones de trabajadoras y trabajadores de sectores públicos y privados – maestras y maestros, médicas y médicos, periodistas y trabajadores de fábricas textiles – han salido a declararse en huelga. La última década ha sido testigo de un creciente movimiento por los derechos laborales dentro del país y muchos trabajadores están organizados en sindicatos. Son estos grupos, conformados también por mujeres, quienes están al frente de las protestas. Las y los trabajadores del sector textil de Myanmar habían liderado una serie de huelgas en 2019 en demanda de mejores condiciones de trabajo. Ahora exigen un fin al golpe. Como era predecible, los poderes militares han declarado ilegales a los grupos en defensa de los derechos de las y los trabajadores. Como dice Moe Sandar Myint, una de las líderes del sector textil, “Nuestra red de federaciones se basa en una sólida comunicación. Somos proactivos, somos democráticos, y somos decisivos bajo presión.”

Miles de trabajadoras y trabajadores migrantes de Myanmar en los países cercanos de Tailandia, Camboya, Japón y Taiwan han protestado frente a sus embajadas. También es importante destacar que el actual movimiento de desobediencia civil en Myanmar atraviesa las divisiones étnicas.

¿Aumentará la violencia de los militares en su intento de aplastar la resistencia? ¿Encontrará ASEAN de alguna forma una solución diplomática? ¿Cuánto tiempo continuará esta situación? Aunque es demasiado temprano para predecir algo, la fortaleza de la generación Z del país no debe ser subestimada.

Como señalan las y los analistas, el movimiento de 2021 es muy diferente al de la oposición al golpe de 1962, la revuelta estudiantil de 1988 o inclusive la revolución del azafrán de 2007. Estos grupos de manifestantes que saben de tecnología están manteniendo vivo el flujo de información dentro del país y uniendo a la gente a pesar de los intentos de los militares de apagar internet. El Myanmar de 2021 es llamativamente diferente en otro aspecto. No es un régimen sobre el que impactarían negativamente las sanciones de los países occidentales ni sus denuncias. Las mayores fuentes de capital extranjero en el país son sus vecinos asiáticos. China, Tailandia y Singapur son más importantes para la economía de Myanmar que cualquier país occidental. En este contexto, antes que la retórica de occidente, pueden resultar más efectivas la diplomacia de sus países vecinos y la resiliencia de su propia gente.

Geoffrey Aung finaliza su reflexiva y conmovedora entrevista con el Spectre con las siguientes palabras:

“¿Podemos mantener esta resistencia? ¿Cómo podemos mantener a nuestros amigos y camaradas en las calles? ¿Cómo nos aferramos a este poder y reclamamos un futuro político diferente? Todos los días, la gente en todo el país está inundando las calles, mirando a su alrededor, y haciéndose estas preguntas. El futuro depende de sus respuestas.

Veremos. Lo veremos juntos”.

Es importante advertir que los últimos meses han sido marcados por una serie de protestas masivas en todo el mundo. Las protestas en contra de la injusticia racial y la brutalidad policial en los Estados Unidos, la protesta aún vigente contra el fraude electoral en Bielorrusia, la exigencia de elecciones libres y justas en Bolivia, el movimiento actual por la democracia en Tailandia liderado por jóvenes y las protestas de varios meses de granjeros en la India son sólo algunos ejemplos de voces pacíficas de disidencia de la gente alrededor del mundo. Mientras que el COVID-19 puede haber llevado temporariamente a una pausa en las manifestaciones públicas, está claro que el freno en las economías y la profundización de las desigualdades van a llevar a muchas protestas más. Las estrategias de los gobiernos en los años venideros y el poder de permanencia de los movimientos definirán el escenario global futuro en múltiples niveles.

Nosotras en GAATW-IS expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de Myanmar y esperamos que tengan éxito en lograr una transición pacífica a la democracia.