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Voces y participación de víctimas, sobrevivientes y trabajadoras: Algunas reflexiones en el Día Mundial Contra la Trata de Personas

Por Bandana Pattanaik

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HRathomeabroadEscuchar las experiencias vividas de las personas tratadas e incorporar sus devoluciones en las iniciativas contra la trata siempre ha sido una práctica entre muchas organizaciones miembro de GAATW. El Secretariado Internacional también ha tomado una serie de medidas a través de los años para garantizar que los actores estatales y no estatales consulten a las víctimas de trata al planificar su trabajo contra la trata.

No obstante, este es un trabajo en progreso. Aunque organizar sesiones de testimonios de sobrevivientes y buscar su opinión sobre las medidas de asistencia no es difícil, asegurar su participación en todos los aspectos del trabajo contra la trata está cargado de obstáculos. En este Día Mundial Contra la Trata de Personas, me gustaría reflexionar sobre nuestro trabajo para centrar las voces y las preocupaciones de las personas sobrevivientes y sugerir formar de hacerlo mejor.

Recuerdo una reunión de consulta organizada por GAATW, AWHRC (Asian Women's Human Rights Council o Consejo de Mujeres Asiáticas por los Derechos Humanos), SANCRAM (un grupo de apoyo a trabajadoras sexuales con base en Kolhapur, India) y VAMP (un colectivo de trabajadoras sexuales con sede en Sangli, India) en marzo de 1999. Había logrado reunir a personas víctimas de trata organizadas y autónomas, trabajadoras sexuales organizadas, académicxs y activistas de Bangladesh, China, Camboya, India, Nepal, Filipinas, Tailandia y Taiwán. Fue mi primera reunión internacional como parte del equipo de GAATW y la discusión respetuosa entre personas que estaban tratando genuinamente de comprender conceptos complejos como la elección, el consentimiento y la explotación al escuchar las experiencias vividas fue verdaderamente educativa. Lxs colegas no siempre estaban de acuerdo entre sí. Había gran diversidad en términos de clase, casta, religión, ideología, idioma y sexualidad. Las mujeres que habían sido rescatadas de prostíbulos y formaban su propio colectivo de sobrevivientes o estaban alojadas en refugios, compartían espacio con trabajadoras sexuales que se organizaban por sus derechos. Lxs académicos se esforzaron por encontrar un idioma que las personas sin educación formal pudieran entender. Las discusiones me hicieron ver con claridad que las conversaciones interseccionales, por difíciles que sean, son la única forma de avanzar en el trabajo de justicia social. También aprendí que los derechos de las trabajadoras sexuales y de las víctimas de trata no son mutuamente excluyentes.

Este aprendizaje se profundizó aún más en una reunión del hasta entonces Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Formas Contemporáneas de Esclavitud unos meses más tarde. El Protocolo contra la Trata de Naciones Unidas estaba por finalizarse y el Grupo de Trabajo revisaba la Convención de 1949. Una vez más, una representante de un colectivo de trabajadoras sexuales y una sobreviviente de trata estaban hablando junto a activistas de derechos humanos en un panel de alto nivel orientado a políticas. Las dos mujeres tenían puntos de vista muy divergentes sobre la Convención de 1949. Basándose en su experiencia vivida con la Ley (de Prevención) de Trata Inmoral de la India, 1956, la trabajadora sexual dijo que la Convención de 1949 pisoteaba sus derechos. La sobreviviente de trata de Filipinas, por otra parte, pensaba que la Convención debería implementarse en todo el mundo si realmente queremos terminar con la trata de personas. Luego, esa misma tarde algunxs de nosotrxs hicimos una revisión de la sesión en un grupo pequeño. La trabajadora sexual y la sobreviviente de trata se comunicaron a través de intérpretes y, aunque no pudieron ponerse de acuerdo en cuestiones de políticas, cada una pudo ver el punto de vista de la otra.

A través de los años, los miembros de GAATW en Asia, Europa y América Latina han llevado a cabo Investigaciones de Acción Participativa Feminista con víctimas y sobrevivientes para descubrir lagunas en sus propias medidas de asistencia y tomar medidas para abordarlas. También han tomado medidas para que los estados se hagan responsables por los derechos de las víctimas de trata. Nuestro trabajo con sobrevivientes y trabajadoras autoorganizadas ha creado espacio para diálogos entre movimientos y ha fortalecido la solidaridad intersectorial traspasando múltiples fronteras. Colectivos de sobrevivientes de trata como Shakti Samuha en Nepal y Live Our Lives en Tailandia continúan colaborando con OSC y responsables de la formulación de políticas en sus respectivos países. Sunita Danuwar, una sobreviviente de trata de niñxs en Nepal y una de las fundadoras miembro de Shakti Samuha, y Eni Lestari, una líder trabajadora doméstica migrante que también es presidenta de la Alianza Internacional de Migrantes, han cumplido dos ciclos completos en la Junta Internacional de GAATW y han sido una guía estratégica para la Alianza. Atlantas y Samen Sterk de los Países Bajos y SEPOM de Tailandia ya no están operando, pero su valiosa contribución al discurso contra la trata es reconocida. Colectivos de trabajadoras sexuales como DMSC, VAMP, EMPOWER, WNU han fortalecido su organización formando alianzas nacionales, regionales e internacionales. A partir de sus propias experiencias de vida, han llegado a una comprensión más enriquecedora sobre la trata de personas, aportando matices y alzando sus voces contra la explotación. Las trabajadoras domésticas, las trabajadoras contratadas en fábricas de ropa orientadas a la exportación, las trabajadoras de hornos de ladrillos y muchas otras en la economía informal –tanto locales como migrantes– han formado colectivos y sindicatos para denunciar el abuso y la explotación, incluida la trata.

Este año, la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (ODIHR) de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) inauguró el Consejo Asesor Internacional de Sobrevivientes de Trata (ISTAC) que comprende a 21 sobrevivientes de la región de la OSCE. El ISTAC asesorará a ODIHR en su trabajo contra la trata. Además, UNODC lanzó una campaña titulada La voz de las víctimas marca el camino (Victims’ Voices Lead the Way). La campaña reconoce a las personas sobrevivientes como actores clave en el trabajo contra la trata y destaca la importancia de escucharlas y aprender de ellas. Me recuerda a nuestro trabajo de incidencia en UNODC para un “mecanismo de revisión centrado en las víctimas” del Protocolo de la ONU hace más de una década. Los miembros de Samen Sterk y SEPOM habían desempeñado un rol clave en esa acción de incidencia y también contamos con la participación de líderes sobrevivientes de diferentes partes del mundo. Tal vez ha llegado el momento de una mayor participación de lxs sobrevivientes en el monitoreo de las iniciativas contra la trata.

Las medidas adoptadas por ODIHR y UNODC para la inclusión de sobrevivientes son meritorias y deberían ser emuladas por otros. Sin embargo, es importante tener en cuenta algunas enseñanzas surgidas del trabajo de GAATW en comunidades de todo el mundo para que nuestros esfuerzos centrar las voces de lxs sobrevivientes en iniciativas contra la trata no se conviertan en simbólicos.

  • La investigación e interacción de GAATW con mujeres que habían tenido experiencias de trata muestra que, mientras algunas están de acuerdo en ser identificadas como sobrevivientes, para muchas es una etiqueta problemática y un obstáculo para reintegrarse en la comunidad. Se resisten activamente a la idea de que sus identidades, necesidades, capacidades y valor solo puedan basarse en su experiencia con la trata – una fase en una vida rica y compleja. Como había señalado Ku-Larp, miembro de SEPOM: “Recibí mucha ayuda de diversos lugares, tanto del gobierno como de ONGs como sobreviviente de trata, pero si tuviera el derecho a elegir, elegiría simplemente ayuda normal, sin que se utilicen los términos ‘trata’ o ‘víctima’”. Por lo tanto, es muy probable que algunas sobrevivientes quieran involucrarse en el trabajo contra la trata sin ser catalogadas como tales.
  • Las personas sobrevivientes son las más indicadas para informar a los responsables de la formulación de políticas si las medidas contra la trata son adecuadas y si están llegando a las víctimas de trata. Según lo que sabemos sobre las medidas de asistencia disponibles para víctimas de trata, en muchos países suelen ser muy pocas, demasiado tarde y para muy pocas personas.
  • Muchas personas que experimentan la trata no son identificadas por las autoridades o no quieren identificarse como víctimas porque lo que necesitan es un trabajo decente, no asistencia en un refugio o repatriación a sus ciudades o países de origen. Aquí es donde lxs sobrevivientes, trabajadorxs precarizadxs y activistas por la justicia social deben unirse en una demanda coordinada para cambiar los sistemas que privan de sus derechos a tanta gente.
  • Cuando un gran número de personas no disfruta de sus derechos básicos a la salud, la educación, la alimentación y el trabajo decente, exigir estos derechos solo como derechos de lxs sobrevivientes de trata exime una vez más a los estados del problema. La cruda ironía de un enfoque “centrado en las víctimas” se hizo evidente hace unos años cuando algunas OSC de la India aplaudían un proyecto de ley contra la trata de personas y movilizaban a lxs sobrevivientes para felicitar al estado por crear mecanismos de asistencia institucional para ellxs. Parecía como si la única manera que tenían las personas de comunidades desfavorecidas de reclamar al estado por sus derechos fuera aceptando la etiqueta de “víctimas”. En cambio, deberían tomarse medidas urgentes para que cada vez más personas puedan disfrutar de esos derechos y no se conviertan en víctimas de trata u otros abusos.
  • Un escenario en el que sea posible hacer efectivos sus derechos o su autenticidad sólo como “víctima” o “sobreviviente” es problemático porque, en el extremo, fomenta el “relato víctima” y el “humanismo sexual neoliberal”.
  • Si bien los beneficios en materia de derechos humanos de las iniciativas contra la trata de personas son nominales, su impacto adverso en ciertos grupos de personas, como las trabajadoras sexuales y lxs migrantes de la clase trabajadora han sido bien documentados por GAATW y otros. Sin embargo, hay sectores de la sociedad civil y responsables de la formulación de políticas que permanecen divididos en cuanto a su posición respecto al trabajo sexual y la migración. Es imperativo, por lo tanto, que organizaciones internacionales como ODHIR se mantengan por encima de estas divisiones ideológicas y garanticen la inclusión de sobrevivientes a favor de los derechos de las trabajadoras sexuales en ISTAC. Nuestra organización miembro ICRSE ha planteado esta problemática y reiteramos enfáticamente su demanda.

Finalmente, dos décadas después del Protocolo de la ONU y a pesar de su popularidad entre actores estatales y no estatales, está claro que los problemas de la trata no pueden abordarse únicamente con medidas contra la trata. Si queremos que lxs líderes sobrevivientes de trata participen en los esfuerzos para poner fin a la trata y la explotación, debemos asegurarnos de que tengan una comprensión crítica y fundamentada del paradigma socio-político y económico que crea y mantiene la desigualdad, la explotación y la injusticia. La experiencia vivida por un individuo, en este caso víctima de trata, es valiosa y única. Pero las experiencias de vida por sí solas no nos permiten analizar los factores que dan lugar a esas experiencias.

Si bien algunas personas en la comunidad de lucha contra la trata han realizado un trabajo meritorio para garantizar que las víctimas se recuperen del trauma físico y psicológico y reconstruyan sus vidas, no se ha hecho mucho para permitirles analizar sus experiencias en el contexto de sus realidades a nivel macro. La educación política y la alfabetización crítica de las víctimas de trata no forman parte de ningún programa de asistencia. Tampoco son parte de los planes de estudio ni de la pedagogía predominantes en la mayoría de los países. Sin embargo, eso es lo que todxs nosotrxs –incluidxs lxs sobrevivientes de trata– necesitamos a fin de continuar con nuestro trabajo para el cambio social.