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¿Quién cuida a nuestrxs trabajadorxs?

IntlWksDay21En este Primero de Mayo, la Alianza Global contra la Trata de Mujeres (GAATW) quisiera tomar un momento para honrar a las legiones de trabajadorxs que nos han ayudado a superar un año de crisis inquietante.

Durante la pandemia, nuestras necesidades físicas, de salud, nutricionales e incluso emocionales son satisfechas por un flujo de trabajadorxs constantemente disponibles que nos cuidan, incluidxs trabajadorxs domésticxs, cocinerxs, cuidadorxs de niñxs, tutorxs en el hogar y trabajadorxs que continúan produciendo artículos domésticos esenciales. Muchxs de ellxs son trabajadorxs migrantes con bajos salarios y, en su incesante provisión de cuidado durante la pandemia, no tienen servicios equivalentes de “cuidado” a su disposición.

Abundan los ejemplos: lxs trabajadorxs de delivery de comida y de aplicaciones nos han facilitado nuestras cómodas rutinas de trabajo desde casa, pero la precariedad que experimentan en manos de la sobrecarga algorítmica de su trabajo ha contribuido a la pérdida evitable de vidas.

Durante la pandemia, se exige más trabajo físico y emocional a las trabajadoras domésticas, incluidas las migrantes. Si bien millones de trabajadoras domésticas a tiempo parcial han perdido sus trabajos y muchas no han podido renovar sus contratos, quienes aún están empleadas han cuidado a sus familias anfitrionas las 24 horas del día, experimentaron un gran estrés y coacción, mientras que carecían de cuidado recíproco. Lxs trabajadorxs sanitarixs con contratos de cero horas pueden reforzar rápidamente las infraestructuras sanitarias y la mano de obra gracias a la flexibilidad de sus condiciones de empleo, pero debido a esta misma flexibilidad, también son fácilmente despedidxs cuando su trabajo ya no se considera útil.

A los grupos más afortunados les ha ido mejor durante la pandemia porque los riesgos, la carga y las devastaciones socioeconómicas de la crisis recaen de manera desproporcionada en trabajadorxs con escasos o nulos derechos.

Este no debería ser el estado de cosas. En las últimas décadas, el impulso neoliberal de privatización, mercantilización y la reducción de las políticas de bienestar social han endurecido la brecha entre quienes pueden permitirse comprar cuidado y quienes brindan perpetuamente servicios de cuidado en ocupaciones infravaloradas y mal pagadas. Debemos desafiar esta división.

En el Día Internacional de lxs Trabajadorxs, GAATW exige que los gobiernos, los países desarrollados, la clase media y media alta global sean responsables de esta contradicción: A medida que exigimos más y más trabajo de cuidado de lxs trabajadorxs que satisfacen nuestra seguridad psicológica, física y económica, ¿quién cuida de ellxs?

Hacemos un llamado a los estados para que rectifiquen estas perversas desigualdades de cuidado. Exigimos un mundo organizado en base a principios más igualitarios, donde las personas migrantes y los grupos vulnerables que realizan de manera desproporcionada trabajos de cuidados esenciales sean cuidados de manera similar.

Si algo nos ha mostrado el pasado año de crisis es que el mundo interdependiente en el que vivimos exige una acción colectiva sobre nuestros problemas nacionales y transnacionales más prolongados. Requiere una sociedad construida sobre normas de reciprocidad, solidaridad y cuidado de personas extrañas. El llamado de Care Collective a colocar “el cuidado al frente y al centro de la vida” es visionario en este sentido. El cuidado debe ser el principio organizador central de nuestra vida económica y social, reemplazando los motivos de lucro que han llegado a dominar tanto nuestra esfera pública como privada, y que son responsables de muchos de los males sociales de hoy.

Ofrecemos cuatro principios básicos de organización para crear un mundo más solidario para lxs trabajadorxs.

1. Crear un mundo laboral más solidario

El trabajo ha experimentado cambios profundos en el último año. Los retrocesos como la creciente precariedad del trabajo, el agravamiento de las desigualdades entre trabajadorxs y una nueva tecno-burguesía, así como el empeoramiento de la situación sanitaria, social y económica de lxs trabajadorxs –regresiones que normalmente llevarían décadas, sino años– se vieron repentinamente comprimidas en un solo año.

Frente a estas adversidades a los movimientos laborales, debemos detener urgentemente la erosión de los derechos, eliminar las barreras a la acción colectiva, ampliar las disposiciones de seguridad social, ayudar a lxs trabajadores despedidxs e incluir a lxs trabajadorxs migrantes en los programas nacionales de estímulo.

2. Liberar la deuda de los países en desarrollo para invertir en cuidados

Es trillado ahora mencionar que las personas migrantes constituyen una gran proporción de la fuerza laboral de la salud en el Norte global. Lxs trabajadorxs del Sur Global sostienen los sistemas de salud en los países desarrollados, mientras que los sistemas domésticos se quedan con una falta crítica de profesionales calificadxs.

Las trabajadoras domésticas y de cuidados que emigran dejan atrás “déficits de cuidados” en los países de origen. La migración desde los países emisores de mano de obra da lugar a importantes pérdidas de cuidados en lugares donde no existe una prestación social alternativa de cuidados, o donde el cuidado no es compartido por igual por los hombres, el estado o el sector privado.

Al mismo tiempo, es precisamente en estos países en desarrollo donde las infraestructuras de atención siguen aplastadas por los duros programas de ajuste estructural y las condiciones impuestas por los préstamos. La deuda en los países en desarrollo ha aumentado a niveles preocupantes durante la pandemia.

Pedimos a los acreedores internacionales que actúen sobre la base de principios humanitarios para perdonar la deuda de los países en desarrollo, liberando así la inversión pública para el cuidado social.

3. Mejorar el acceso a la atención médica para las personas migrantes en los países de destino.

Las personas migrantes continúan siendo marginadas en los sistemas de salud de los países de destino. Esto incluye tanto las barreras legales reales que impiden el acceso a la atención médica para quienes no son ciudadanxs, como la falta de intención por parte de lxs funcionarixs de salud de superar las barreras lingüísticas y culturales de las poblaciones migrantes.

A lxs trabajadorxs migrantes a menudo se les pide que absorban en forma privada el costo de la atención médica, que tomen una licencia por enfermedad sin goce de sueldo, mientras cuentan con pocos recursos para desafiar estas prácticas dañinas de sus empleadores. Además, existe un temor legítimo para personas refugiadas, inmigrantes indocumentadas y solicitantes de asilo cuando buscan atención médica debido a la aplicación de la ley de inmigración.

A medida que la atención médica ocupa un lugar central durante la pandemia, debemos transformar tanto nuestro lenguaje como nuestros enfoques de políticas para un sistema de salud más amigable para las personas migrantes.

4. Apoyar modelos de trabajo alternativos que desafíen los sistemas de producción injustos.

Muchas de nuestras estructuras actuales injustas e indiferentes al cuidado provienen de las fuerzas gemelas de la neoliberalización y la mercantilización.

En la esfera pública, el neoliberalismo ha llevado al desmantelamiento sistemático de las políticas de bienestar social. A su vez, esto ha generado una escasez de servicios públicos y ha provocado resentimiento contra las personas migrantes que son consideradas usuarias ilegítimas del estado de bienestar y de los servicios públicos de atención.

En la esfera privada, un modelo implacable de competencia de libre mercado obliga a las corporaciones a anteponer las ganancias a las personas, a comparar las ganancias económicas a corto plazo con el bienestar social a largo plazo. El efecto es a menudo que las empresas adoptan medidas implacables de reducción de costos entre lxs trabajadorxs vulnerables, especialmente lxs migrantes, quienes tienen menos posibilidades de defender sus derechos.

Estas fuerzas gemelas han dejado atrás un mundo cada vez más insostenible para lxs trabajadorxs. Pero ellxs también han demostrado un gran ingenio al desafiar estos sistemas neoliberales. Las cooperativas de mujeres han proliferado en muchos lugares para desafiar las organizaciones de trabajo existentes. Permiten a las mujeres conciliar el trabajo remunerado con el trabajo de cuidados tradicionalmente no remunerado; otorgan un papel más destacado a las trabajadoras en la toma de decisiones; y aumentan su poder de negociación colectiva.

Para desarmar las estructuras de trabajo injustas de hoy, necesitamos experimentar audazmente con formas de trabajo más humanas.

Lxs trabajadorxs migrantes y con salarios bajos experimentan hoy un estado de creciente precariedad en el cuidado, mientras continúan atendiendo fábricas, hospitales y servicios críticos durante la pandemia.

La pandemia actual se ha visto agravada por nuestra falta de cuidado hacia las situaciones difíciles que atraviesan las demás personas, donde la desconfianza hacia las poblaciones externas, el nacionalismo de las vacunas y la ignorancia deliberada de las necesidades de atención médica en las poblaciones no ciudadanas han profundizado el estado actual de crisis.

Como trabajadorxs, exigimos un mundo construido sobre normas de reciprocidad incondicional y solidaridad entre lxs privilegiadxs y lxs desposeídxs, entre quienes tienen y quienes no tienen, y entre lxs ciudadanxs y lxs "otrxs".